CAPÍTULO 7:
Día ocho: El trabajo
escolar.
Después
de la escuela, Ale y Flor acordaron ver en la plaza para discutir, en cierto
sentido o entre comillas, como quieran llamarlo el asunto del trabajo escolar.
El proyecto que su madre les dio a todos como nota del primer trimestre.
Ale,
estaba sentado debajo del monumento a San Martín. Escuchando música y esperando
a que llegue su amada. Cuando creyó que no vendría, divisó su silueta a lo
lejos. Venía con jeans azules, zapatillas blancas una remera larga de color
blanca y una campera de jean azul por encima. Y como siempre su mini-cartera
marrón marca Blaqué, colgando de su hombro.
Alejandro: Llegas a casi
a tiempo.
Florencia: No me gusta
venir al toque.
Alejandro: Te gusta
hacer esperar?
Florencia: Soy de esas
que tardan en la ducha y al cambiarse.
Alejandro: Me imaginé.
Florencia: Donde vamos?
Alejandro: A mi casa, a
ver el tema del trabajo.
Florencia: Bien, vamos –
le dijo y le abrazó.
Alejandro: Que pasa?
Florencia: Por que?
Alejandro: Por que me
abrasas?
Florencia: Me gusta
hacerlo a los chicos que me merecen.
Alejandro: Yo te merezco?
– pregunto.
Florencia: Un 50 por
ciento, el resto veremos más adelante – se rio.
Alejandro: Me parece
bien.
Florencia: Que
escuchabas?
Alejandro: Rock.
Florencia: ¿Nacional?
Alejandro: Del mejor.
Florencia: No me gusta –
su charla seguía mientras caminaban.
Alejandro: Por que?
Florencia: Prefiero la
música lenta y suave, y algo de pop.
Alejandro: No
parece por tu actitud.
Florencia: Porque lo
dices?
Alejandro: Te gusta
matar, ver sangre y hacer sufrir.
Florencia: Si ¿Y?
Alejandro: No sé, se me
hace que tu estilo es Metálica o algo así.
Florencia: Soy asesina
discreta, no terrorista.
Alejandro: Nunca dije
eso.
Florencia: Y como
haremos la investigación? – dijo
con una mueca en el rostro.
Alejandro: Buscaremos en
internet.
Florencia: Wikipedia.
Alejandro: No nos
quedemos con una sola fuente.
Florencia: Que ¿hay más?
Alejandro: Si, nunca
buscaste?
Florencia: Odio buscar,
no se me hace conveniente.
Alejandro: Es muy
conveniente.
FlorenciaSi vos lo decís.
La
conversación se detuvo un instante, caminaron unas cuadras. La era del hielo de
la charla empezó a nacer. Un filo sentía Ale, pareciera que toda la buena
conversación fue tirada por la borda.
Florencia: Cuanto falta
para llegar – dijo
ella.
Alejandro: No mucho, mi
casa está cerca de la escuela.
Florencia: Y porque no
me citaste cerca de la escuela.
Alejandro: No se me
ocurrió, creí que la plaza sería un buen lugar para que los dos vayamos
caminando y hablando.
Florencia: Te gusta
hablar mucho –
exclamo ella disgustada.
Alejandro: Eso te
molesta?
Florencia: No mucho,
pero en el tiempo en que nosotros nos gastamos haciendo esto, podríamos avanzar
en el trabajo.
Alejandro: Perdón – dijo y un rato después concluyó – creí que era buena idea.
Florencia: No importa,
lo hecho está hecho.
Ambos
llegaron a la casa. La mamá de Ale los
atendió. Se sentaron en el sofá y
Adriana les había dejado una sorpresa. Como a ella no le gusta ir directo a la
web, ellos encontraron muchos libros de tratan del tema, para que primero se
nutran y busquen usando su cabeza
primero, luego si no da resultado que usen la máquina.
Florencia: No soy amante
de los libros.
Alejandro: Me imaginé,
pero mi mama sí.
Florencia: Hay que matarla – susurro.
Alejandro: No seas así –
dijo él.
Florencia: Bien, entonces
me voy.
Alejandro: Por que, no
comenzamos?
Florencia: Cuando veo
libros me voy, siempre hice eso.
Alejandro: Te hace falta
respetar las decisiones de los mayores.
Florencia: Y a ti, tener
un carácter más fuerte.
Alejandro: No te vayas – le suplicó.
Florencia: Bien – se frustro – me quedo, pero hagámoslo rápido, así ocupamos la verdadera fuente de
información…
Alejandro: La compu – le interrumpió.
Florencia: Si – dijo ella – y de paso reviso i Facebook y Twitter, hace rato no los abro.
Alejandro: Bien – dijo él – pero disimulemos por mamá
Florencia: Okey.
Así
paso. Cuando no encontraron la información adecuada se fueron a la PC.
Cuando
llego el momento de que Flor se vaya, no aviso, solo desapareció. Alejandro
quedo mal, pero no micho, sabía que eso era de esperarse.
El
fin de semana (días nueve y diez) se fue de viaje, creyó que llegaría para la
escuela pero no puedo así que también el día que falta (día once) no sucedió
nada interesante. Eso hasta que llegó el día doce.
Autor: Anibal R. Núñez. Todos los derechos reservados © 2013-2014
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