CAPÍTULO 3:
Día tres: La trampa de la
mujer
Como
la escuela empezó un jueves, el fin de semana se acercó rápido. Alejandro
estaba esperando la llegada de Florencia a su casa para hacer el trabajo. Su
teléfono sonó, le llego un mensaje. Era de ella, él no entendió como la chica
consiguió su número. El texto decía: < Te espero en la plaza, ven ya. Soy Flor
>
Alejandro
como todo un sumiso se fue de inmediato a la plaza. Cerca del monumento a San
Martín, estaba ella. Lucia hermosa como siempre. Él pensaba en muchas cosas, y
ninguna concordaba con su edad.
Florencia: Llegaste, que
rápido – exclamo
ella.
Alejandro: Sí, lo más
rápido que pude.
Florencia: Así me gusta,
que seas como yo quiero
– dijo ella.
Alejandro: Hago lo que
puedo.
Florencia: Vamos a dar
una vuelta.
Alejandro: Vamos - respondió.
Florencia: Mira, si te
dije que vengas es para decirte o mejor pedirte algo.
Alejandro: Que cosa – musito él.
Florencia: Si en verdad
me amas…
Alejandro: Como sabes
eso – le interrumpió
Florencia: Soy mujer, se
todo – le contesto.
Alejandro: Eso asusta.
Florencia: Si – dijo – como decía, si en verdad me amas, tienes que hacer un trato como un
contrato.
Alejandro: Algo como
que, decime.
Florencia: Matar a alguien
– aulló ella fríamente.
Alejandro: ¡Que! – dijo el asustado – estás loca o que.
Florencia: No estoy
loca, si en verdad tú me quieres debes hacerlo y entonces sabrás quien me lleva
en el auto – dijo – o acaso no me doy cuenta que vos me
seguís, en la forma en que me miras, no soy idiota nene, soy una adolescente
que se convierte en mujer – respondió alterada - tal
vez vos seas así pero yo no – le agarró del cuello – si me quieres por completo hazlo.
Alejandro: Suéltame – dijo – está bien lo haré, pero a quién mato – contesto sumiso.
Florencia: A nadie
importante, solo a Juana…
Alejandro: Juana Vega – le interrumpió – es buena chica.
Florencia: Pero a mí no
me cae – dijo – entiende, no me gusta cómo me mira.
Alejandro: Bien, como lo
hago.
Florencia: Toma – le dio un papel – léelo en tu casa, y sabrás como hacer el
trabajo, si haces lo que yo digo, me vas a tener entera.
Alejandro: Bien – dijo y una sonrisa se dibujó en su
cara.
Llego
a su casa y leyó la nota. El domingo pasó rápido y llego el lunes. La mañana
llego rápida y la tarde toco el cielo de Santo Tomé. Alejandro miraba fijamente
a Juana, y en el paso la miraba a ella. No apartó su vista del cuerpo de la
chica, ella volvió su cabeza hacia él y le dio una señal de okey. El asintió
con la cabeza y levantó la mano.
Alejandro: Mamá – dijo, luego se retractó – digo, profe, puedo ir al baño.
Adriana: Si, Alejandro,
como no.
Alejandro: Pero quiero
que Juana me acompañe
– todos en el curso empezaron a insinuar – para
que me ayude y le avise si me pasa algo, estoy mareado.
Adriana: Para eso estoy
yo – dijo Adriana – puedo ser tu profesora pero soy tu madre.
Alejandro: Pero…
Adriana: Nada – interrumpió – vamos te llevo a casa.
Lo
tomó del hombro. El miro a Flor y ella le hiso una señal de muerte. Captó el
mensaje. Cuando la madre le dejó afuera de la escuela. Él espero el horario de
la salida, se encapucho bien y tomo la navaja. En ese instante recordó la nota.
< Tómala de sorpresa, cuando esté en tu poder
clávale el cuchillo por la espalda, déjalo caer y dale 5 puñaladas más. No te
vayas hasta que muera y en sus últimos suspiros muéstrate. Solo a ella >
Alejandro
concluyó con el pedido. Juana yacía tirada en la vereda de enfrente. Todos se
pusieron alrededor del cuerpo y se alarmaron. La mamá de Ale llego asustada,
pero todo estaba concluido, aunque jamás se le paso por la mente que esto fue provocado
por su propio hijo.
Florencia
pasaba por la otra vereda. Miraba a todos acelerados y ella tenía una mueca
dibujada en el rostro. De pronto vio que Julieta la miraba, ella sospechaba.
Aunque ella tenía todo planeado, y quien sería su próxima víctima.
Autor: Anibal R. Núñez. Todos los derechos reservados © 2013-2014
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